Mi hijo José Manuel tenía la cuarentena. Ese año, de casualidad, cogimos un palco en la carrera oficial, en Lancería, así podríamos ver todos los pasos con niños pequeños, los mayores... en fin, que el año 2001 fue el último en el que no llovió ningún día de la Semana Santa y todas las cofradías salieron sin problemas.
Desde entonces, en mayor o en menor cantidad, ha llovido en Semana Santa. Antes me cabreaba, miraba partes y más partes y no me lo creía, año tras año, agua en Semana Santa, aun en años de sequía. Ya, asumido como lo tengo, me limito a disfrutar lo más que puedo. Veo las que salen, antes del palco, en el palco, después del palco y ya está, además este año, el de la cuarentena, me ha acompañado en mis escaqueos cofrades. Con la hermandad no hemos podido por segundo año ir a la Catedral pero desde Santo Domingo hasta Madre de Dios la llevé sobre los hombros en un sitio que me gusta mucho y cargando muy bien. La Virgen así lo quiso. Sin embargo a mis niños creo que les pasó lo peor que puede pasar, 0% de previsión de agua y apenas habían salido, José Manuel en su primer año como hermano de fila, una fina lluvia que aparece y la cofradía que tiene que regresar a la capilla para no salir ya. No me extrañan sus lágrimas cuando salieron de la parroquia.




Por otro lado este año, después de 3 años, con el paréntesis del día del crucero, hemos vuelto a Roma de viaje de estudios con los alumnos de 2º de Bachillerato y también nos ha llovido para dar y regalar y los chicos se han puesto malos, con gripe, con fiebre, con alergias; yo caí también una noche. Días antes de ir nos enteramos que el Papa había "dimitido" y que el Cónclave podría ser en esos días. Efectivamente, llegamos un domingo y el Cónclave empezó un martes. El lunes teníamos la visita al Vaticano, ya no se podía ver la Capilla Sixtina y la Basílica, de prisa y corriendo. El miércoles teníamos la excursión a Florencia en donde nos cayó la mundial, apenas pudimos ver nada, estuvimos con tres chicas en el hospital y de vuelta fumata blanca, no pudimos ni plantearnos ir a verlo. Un desastre.
Y por si faltaba algo, mi mujer que no acaba de ponerse bien de la cadera, un compañero de los de ley no se puede jubilar cuando esperaba, muere el padre de una buena amiga, despiden a dos amigos de sus trabajos y a mi cuñado Ramón, sin motivo aparente y oliendo todo más que regular. De verdad que todo lo que pude rezar el Lunes Santo iba por ellos y por toda esta situación que estamos viviendo que sólo espero que nos conduzca a algo mejor porque entre paro, impuestos, corrupción, bajadas de sueldo, dinero en el extranjero, etc, etc, esto parece no tener buena pinta.
Menos mal que de diciembre para acá Ramón sigue creciendo y está para comérselo, que hemos tenido convivencias con la caseta y con la hermandad, que hemos ido a Almonte a ver a la Virgen, y algunas cosas más que hacen que parezca que no nos ha mirado un tuerto.