martes, 1 de junio de 2010

Mari Carmen


El domingo nuestra amiga Mari Carmen nos invitó a almorzar junto con otros amigos y familiares para celebrar su 50º cumpleaños.

A veces he escrito sobre Benito pero nunca de Mari Carmen y hoy estoy dispuesto a subsanar este error.

Conocimos a Mari Carmen siendo novia de Benito. Ya en aquella época nos veíamos algunas veces en el año. Fuimos a la expo (yo no he pasado más calor en mi vida que esa noche). Dimos algún que otro paseo por Sevilla. Ya de casados hemos pasado muy buenos ratos en Sevilla, en Jerez y sobre todo en la playa donde llegábamos a eso de las 11 y no salíamos de allí hasta que más o menos nos echaban. Partidas de dados, paseos, merendolas (unos con piquitos, otros con bocadillos), visitas al Cubanito, alguna señora cuyo marido había sufrido un infarto cerebral. En fin muy buenos ratos juntos y muchas cosas de las que ahora no me acuerdo porque quiero constatar ahora mi profunda admiración por esta mujer.

Mari Carmen no tuvo hermanos. Su padre enfermó pronto y cuido junto con su madre de él. Al padre de Mari Carmen le tuvieron que amputar las dos piernas y allí estuvo ella. Tras fallecer, Mari Carmen vivía con su madre y trabajaba desde muy jovencita. Su madre también enfermó y esta vez fue ella sola la que la cuidó hasta su muerte.

La relación de Benito y Mari Carmen no fue siempre un camino de rosas (como todas, vamos). Se casaron ante la Esperanza de Triana después de algunos años de noviazgo. Ya a Benito le habían diagnosticado su enfermedad y había tenido algunos brotes. Pero fue en el viaje de novios, después de las tensiones y nervios propios previos a una boda cuando a Benito le sobrevino un brote tras otro hasta llegar a su situación actual y ahí ha estado siempre Mari Carmen, con él, junto a él. Llevando su enfermedad con un amor difícil de describir. A pesar de los malos humores, a pesar de los muchos esfuerzos que Mari Carmen ha tenido que hacer: visitas a médicos, tratamientos, la pérdida de la fuerza para andar, para moverse, de tener que hacerle a Benito absolutamente todo. Pero ahí estaba, está y estará siempre Mari Carmen.

Hoy quiero dedicarle a ella en exclusiva estas líneas porque es una gran mujer, una gran esposa, fue una gran hija. Lo ha pasado muy mal y el cielo poco la ha premiado, tal vez sólo con mucha gente que la quiere mucho.

Un beso muy grande.

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