Ir al teatro, al menos un par de veces al año, se ha convertido en algo habitual para nosotros de un tiempo a esta parte, además de ser muy grato y de ser esperado con muchas ganas. También nos gustaría que el cine, con algo de más frecuencia lo sea también pero para ello tendremos que esperar que el mosquito crezca un poco más y ya pueda picotear fuera de casa con más asiduidad e independencia.
El sábado vimos la "obra" DOS HOMBRES SOLOS SIN PUNTO COM NI NÁ. Lo de las comillas es porque no es una obra de teatro aunque así lo anuncian, así llevo leyendo algunos años que tiene mucho éxito y que tiene como uno de sus protagonistas a Manolo Medina, este jerezano con el que hasta mi tía llego a confundirme hace unos años en una discoteca (ahora sería imposible), que luego se hizo famosete por participar en un "reality" de Antena 3 y después ser representante de artistas como el hijo pequeño de Carmina Ordóñez, hecho por el cual participó con mucha más pena que gloria en algunos programas del corazón, y de otros que incluso conocemos personalmente y si Dios quiere iremos a su boda. Y no es una obra de teatro porque aunque se ponga en escena en un teatro, tenga un decorado y dos protagonistas, no hay más hilo argumental que dos hombres que comparten piso, unos de ellos homosexual y otro no aunque todo el mundo crea que sí y que le debe un pastón a su profesora de baile, nada más.
Todo esto no quiere decir que las tres horas que pasas sentado en la butaca sean un tedio, al contrario, te ríes hasta no poder más pero con los dos monólogos que los artistas desarrollan. El segundo, el de Manolo, tiene todos los tintes de las maris más jerezanas, con sus tacos, sus mentirijillas al teléfono y con más aportes de todo tipo que este hombre hace, parodia de pijos: "¿tú, no?, yo sí; sí, sí, sí" y otros episodios de la vida cotidiana en los que no te paras a pensar como para qué habrá un salvavidas en un avión que hace la ruta Jerez-Madrid. En fin, nos reímos un rato, que era lo que buscaba.
Después, cena buena pero poco reposada y es que aquí los bares ya os he dicho que cierran muy pronto, como si para una noche que sale uno tuviera que cenar a las 8 de la tarde y luego copitas e incluso algo de baile en la noche jerezana. ¡Qué de gente por ahí de noche a las tantas! ¿De dónde salen? Me quedé con las ganas de entrar en el Bereber pero es que allí parecía que dos o tres institutos se habían bajado de cinco o seis autobuses y estaban todos esperando para entrar, así que nos fuimos al Lacre donde tuvo que echar mano de mis conocimientos de bulla semanasantera para llegar hasta la barra, pedir las copas y luego pasarnos al otro lado que estaba más tranquilo y echar unos bailes.
Lo dicho que en cuanto el mosquito pueda, tendremos que hacer esto con más asiduidad. Además por la mañana ya salí de otros antojo. Esperanza me acompañó, los demás son unos aburríos, a ver la exposición de Paleta de Colores en el Alcázar, sobre todo iba para ver las imágenes que "el Loli", para mí siempre será así, había hecho y que su viuda había tenido a bien exponer. Aquí os las dejo.