
Buenos días nos dé Dios. No fallaba nunca ese saludo de Don Gregorio cada vez que te cruzabas con él. No fallaba nunca en las celebraciones con los más pequeños y con los mayores. Siempre, cuando había que hablar de misiones se ponía su traje y gorro de Togo donde tantos años pasó haciendo el bien y predicando el Evangelio. Recuerdo su lucha con aquel servicio de la planta baja y lo que son las casualidades el viernes hablé con él un rato, que si puedes coger esto para tu celebración, que la cosa ha estado escasita, présteme usted las peticiones que están haciendo para adaptarlas un poquito y allí lo dejé leyendo el periódico tranquilamente esperando a la próxima en la que aparte de reñirle a uno que no se callaba les contaba a los chicos las cosas de Don Bosco como él sabía hacer, desde lo más profundo de su corazón. Y volvió a contar lo de la canción de Perales en la cual se le mencionaba con aquello de que aún se empeña en vivir, y tanto que todavía me empeño les dijo. Pero pensó Dios que ya su siervo había cumplido con creces su misión y quiso llevarle junto con Don Bosco y María Auxiliadora para que desde el cielo nos siga amparando y lo hizo como era él, sin hacer ruido, sin darle quehacer a nadie.
Descanse en paz Don Gregorio, un ejemplo de vida para todos nosotros, siga usted ayudándonos desde el cielo.