


Pasan los días y lo único que me reconcome en que eran 61 los años que tenía y que desde hacía más de 7 ya no pudo disfrutar de todo como los demás, de ir y venir, de los niños y los no tan niños, del sol, de la lluvia, de los paisajes, de la vida que aún hubiera podido tener por delante.
Es curioso que poco más de un año después, ponga otra vez esa foto cuando yo tenía pocos meses y ella tenía recién cumplidos los 21 años y me llevó a la parroquia de San Miguel a una ceremonia para bendecir a los niños nacidos durante el año. Cuando cumplí 40 la colgué, ahora que ella no está vuelvo a hacerlo porque no hay otra foto mejor que ésta en la que ella me sostiene en sus brazos para que el sacerdote me imponga su bendición y pida al Señor su protección para mí.
Ya me lo dijeron en alguna ocasión y hasta que uno no lo ha sufrido de cerca no lo ve. El poco consuelo que puedes tener en estos momentos está en la familia, en los amigos, y en los compañeros que te quieren acompañar y apoyar. A todos ellos, a los que pudieron y laos que no pudieron, muchísimas gracias por estar con nosotros, un beso y un abrazo muy grande para todos.