Desayunar en la calle es un lujo. Al menos para mí que no suelo hacerlo nunca. En Barcelona se debe desayunar muy bien en la calle a tenor de todo lo que nos ofrecieron en el bar que entramos. Al final mi rubia y yo nos decidimos por algo típico: pan tumaca pero con jamón incluido. Delicioso. Tras ello al puerto. 20€ el traslado. Por teléfono me dijeron que 10, la tarde anterior que 15, al final 20. Bueno nos llevó un señor que se gana un dinerito con ello (autorizado, por supuesto, nada de pirateo). Muchos lío para entrar. Todos los cruceros salen y entran el mismo día y entre los que salen y los que estamos deseando entrar, el follón está asegurado. Vas subiendo la cuesta y se ven los cruceros. Los niños van haciendo cábalas de cúal es el nuestro. Todos son grandes, algunos inmensos. El Sovereign resultó ser el más pequeño y aún así impresiona que ese cacharo no se hunda. Ya Arquímedes dio con la tecla y no se hable más. Check in, como en los aviones, pero dando el número de la tarjeta de crédito por si hay algo que se te meta por los ojos en el barco y no está en el todo incluido. La tarjeta sirvió para pagar algún cartón de bingo y dos botellitas de limonccelo, que somos muy viciosos. El tabaco estaba muy "barato" pero allí se quedó.
Tiempo de espera hasta que llamen al cartón y número que te dan. Ya nos daban agua y un zumo de extraño color y raro sabor, todo incluido.
Te llaman, subes por la escalera y ya tienes el barco frente a ti y a unos haciendo la foto de bienvenida que si la quieres has de soltar 8,5€uritos. Allí se quedó, como las otras. Entras con la tarjeta que te han dado en el check in y que te servirá para entrar y salir del barco y pagar el no incluido. Ya ves que las maletas que dejaste con algo de miedo antes de entrar en la terminal a unos chicos están en el descansillo de los ascensores de tu cubierta (que no planta) y respiras hondo. Vas al camarote (interior y el más barato) y esperas que las palabras de mi hermana Rocío se cumplan y que allí sólo estés para dormir y ducharte (en ese momento había niños delante y una tercera opción no se mencionó) porque es pequeñito, no lo vamos a negar y de las paredes salen dos literas que dejarán aquello peor que los 30m2 famosos. El baño chiquito también pero lo justo y necesario con el váter estilo avión, es decir, que se chupaba lo que le echaran y no sabes dónde va. A mí un día me jugó una mala pasada porque debía chuparse algo que os podéis imaginar que salió de mi interior y por mucho que apretaba el botón aquello no iba. Menos mal que pasado un rato lo hizo y volvimos a respirar hondo.
![]() |
| El peligroso Grill |
Tocaba inspección ocular y así hicimos, primero en un directorio que reproducía el barco y donde podías ver lo que había en cada planta y luego in situ. Los bares, el casino, las tiendas, la recepción, los ascensores, los clubes para los niños, más bares, muchos camarotes, lugares donde nunca entramos como la discoteca, el gimnasio, el spa, el restaurante oriental fuera del todo incluido, el restaurante que nos tocaba, el buffet y la piscina donde ya daban de comer en el famoso Grill, abierto cuando restaurante y buffet están cerrados para matar el gusanillo con pizzas, sandwiches de york y queso calentitos y ensaladas (todos los días) y hamburgesas, perritos y demás delicias de pollo y cerdo (según los días)
Ya los niños inauguraron la piscina, nosotros el bar y amenizados por los chicos de la animación, esperábamos el momento de zarpar a las 5 y el de reunirnos con los calamares, el grupo de gente que por la web losviajeros.com nos habíamos organizado para las excursiones y que se vino a llamar "calamare nostrum", a las seis de la tarde.
Ya íbamos advertidos por el hombre del tiempo y por el señor que nos llevó al puerto que el verano en Barcelona estaba siendo fresco y lluvioso y a las 5 de la tarde empezó a llover primero y a granizar después, así que tuvimos que refugiarnos en el buffet y esperar hasta las 6 para zarpar y un poco más tarde para conocer a los calamares. Sobre todo muchas gracias a Javier, el onubense que lo inició todo y a Héctor y Tamara, los responsable de las excursiones que hicimos a Roma y a Pompeya respectivamente, por su dedicación, esfuerzo y horas dedicadas a que todo saliera tan bien como salió.
![]() |
| La tormenta |
Después una duchita y a cenar. Decidimos probar en el restaurante donde se comía a la carta, aunque podíamos hacerlo en el buffet pero supusimos bien que podríamos acabar hartos de buffet. La suerte quiso que nos tocara el primer turno de cena, a las 8, y aunque lo quisimos cambiar, lo mejor que nos pasó es que no nos lo cambiaran porque así conocimos a más gente y a unos camareros muy simpáticos y serviciales además de que nos vino muy bien por aquello de venir de las excursiones justo para ducharnos e ir a cenar y luego al espectáculo que hubo todas las noches y no al revés con lo cual hubiéramos picado más (cosa que sobre todo a mí no me conviene) y eso de primero espectáculo y después cena, al menos a mí no me cuadra.
En la cena tienes todos los días la misma mesa y a la misma familia a tu lado. Nosotros coincidimos con una familia de Cantabria con la que entablamos amistad en esos días. Los camareros de ese día ya nos dijeron que sólo estarían con nosotros ese día. Aún así fueron muy agradables y con el chico rumano que tuvo una novia cántabra seguimos charlando cuando lo veíamos.
Tras la cena, la presentación de los servicios del barco y un espectáculo donde intervinieron todos los que participan en la animación. Ya unos mimos chilenos (aunque algo hablan) y un mago español se destacaron como con lo que más nos íbamos a reír.
Ya no me acuerdo si hubo cocktail ese día antes de ir a la cama pero creo que ya por hoy está bien la cosa.
![]() |
| Los calamares (no todos) |




No hay comentarios:
Publicar un comentario