Madrugón. Todo perfecto. Salida del barco. Autobús o "transfer", como decían allí, que te lleva donde están esperando los demás autobuses de las excursiones. Allí estaban los calamares, pero yo ya no llegué a ésta. Tuve que contratar por mi cuenta, en la misma empresa pero por mi cuenta. Sin problemas. Allí estaba el autobús de la empresa "cruceristas en Roma". Llegamos puntuales, 8.30h. pero no estábamos todos. La espera se prolongó hasta las 9.30h. Faltaba un matrimonio con dos niños pequeños que se llevaron una pequeña bronca. La verdad es que nadie les preguntó y ellos sólo balbucearon que se habían llevado mucho tiempo esperando al "transfer".
Total que perdimos una hora que nos hubiera venido muy bien. En una hora estábamos en Florencia aunque nos dijeron que sería hora y media.
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| El Ponte Vecchio desde el mirador |
Nos paró el conductor en un mirador desde el que se veía toda la ciudad en el que yo no había estado en mis visitas con los chicos del cole. Al principio creí que era una pérdida de tiempo, además aquello estaba lleno de decenas de otros borreg.., digo turistas, a los que todos los conductores habían llevado allí para hacer las fotos. Hombre, el sitio tiene una foto, pero poco más. Un poco de pérdida de tiempo, más todavía, sí que fue. Por fin nos dejan junto al Ponte Vecchio donde nos esperaba la guía a la que como decimos por aquí se le caía el c... , pero es lo que hay. Cruzamos el puente anterior y empezamos a recorrer Florencia haciendo el mismo camino que he hecho con los chicos. Río Arno, tan bello como siempre, biblioteca, creo y antes de la Plaza de la Santa Croce, al meódromo porque no se le puede llamar de otra manera. La verdad es que nos vino bien, 30 céntimos la meadita o las aguas mayores y otra pérdida de tiempo porque aquello estaba a reventar, valga la expresión.
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| El Duomo |
La Plaza, la chica que nos explica la iglesia a la que nunca he conseguido entrar y a mi hijo que se le antoja un juguetito de goma que un señor tira al suelo, se queda plano y luego vuelve a su ser. Intento fallido esta vez.
Seguimos el paseo hasta llegar a la Piazza de la Signoria. Tan bella como siempre. La chica nos lo explica, nos hacemos las correspondientes fotos y yo que me escapo un poco para comprar unos refrescos y unas birras porque hacía mucho calor y ya tocaba un piscolabis gracias a Pullmantur.
Seguimos por la Galleria de los Uffizi hasta llegar al Ponte Vecchio, tan bello como siempre con sus joyerías. Esta vez lo cruce hasta la otra orilla, esa parte que nunca se ve. A ver si algún año de estos, si no cambiamos las excursiones y me apunto otra vez a alguna me escaqueo y me paseo un rato.
Ahí dejamos a la guía para pasear los 4 por las calles que van hacia el Duomo, pasando por el ayuntamiento hasta llegar a áquel con el Baptisterio, tan bellos como siempre. A Marisina y a los niños les encantó. Quise llevarlos a la Academia a ver al David de Miguel Ángel y aunque me equivoqué de calle y cogi por una paralela y a pesar del cansancio de Joselito llegamos a la Academia para descubrir que los lunes, en Florencia, también cierran los museos. Decepción para mí en tanto en cuanto los niños y Marisina no pudieron verlo.
Así que al Duomo, donde el grupo estaba en la cola para entrar. Cola interminable. Habrá crisis mundial pero qué de gente, nada que ver con el mes de febrero. Yo quiero ser millonario para hacer las cosas cuando sólo las hacen los millonarios y no todos a la vez. Soñar es casi gratis.
Por fin entramos con la consiguiente breve explicación de la guía. Creo que de la cúpula, poco dijo. Después hacia la estación de autobuses donde nos esperaban para ir hasta Pisa. Se estaban formando unas nubes y alguien que parecía que entendía dijo que tendríamos tormenta en breve. Recuerdo que al poco de entrar en la autopista, ya medio dormido, un ruido me sobresaltó. Los que no estaban medio en trance comentaron que había sido un avión que se disponía a aterrizar en el aeropuerto, muy cercano a la carretera. Después de la modorra, poco antes de llegar a Pisa, los que no habían disfrutado de ese ratito de siesta, también comentaron que había descargado esa tormenta de la que hablaba antes. Hicimos un acto de fe y lo creímos.
De Pisa sólo puedo hablar de un aparcamiento de autobuses, de un camino dirigido, de muchos tenderetes y del prado donde se alzan los 3 monumentos entre los que la Torre se alza majestuosamente inclinada y bella. Lleno absoluto de gente, haciéndose la típica foto y vuelta al autobús. La verdad es que merece la pena ver el lugar, ver la torre pero te quedas con la duda porque de Pisa, no se ve nada más.
Afortunadamente el autobús nos dejó a los pies del barco porque ya estábamos reventados. Ducha y a cenar. Si no recuerdo mal era el día del terror y no fuimos al espectáculo tras la cena, tomamos nuestra copita y tuvimos nuestro ratito de relajación antes de dormir porque el día siguiente se antojaba igual o más de duro. Habíamos preguntado y podríamos darnos cuenta de que todos los caminos conducen a... Roma.







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